viernes, 25 de marzo de 2011

Siete años de guerra mediática

La sociedad española, la clase política, los medios de comunicación e incluso los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado vivieron un hecho sin precedentes el día 11 de marzo de 2004. Los medios de comunicación desempeñaron un papel fundamental en el trascurso de los acontecimientos aledaños al atentado de los trenes en Madrid. Nunca antes en España los medios de comunicación habían adquirido un poder decisorio tan determinante como el que desempeñó los días siguientes a la catástrofe de Madrid. Periodismo y política se alinearon para defender los intereses opuestos de ‘las dos Españas’. Se trata del ejemplo más flagrante de manipulación por parte de los medios de comunicación en tiempos de democracia en España. El ejemplo más claro: Aún hoy en día los medios de comunicación defienden posturas opuestas sobre el 11-M con fines partidistas.

        Tal y como han comentado numerosos periodistas y analistas a lo largo de estos siete años, el bipartidismo político y periodístico aún caminan de la mano a pesar del transcurso de los años. Los atentados del 11 de marzo de 2004 parecen ser, para muchos, un ejemplo claro dónde puede que quedasen al desnudo los intereses políticos que, por entonces, existían en los medios de comunicación españoles.



        El 11 de marzo fue, sin lugar a dudas, una fecha trágica en el calendario de todos los españoles, y un día que muchos recuerdan con plenitud de detalles. Desde los diferentes medios de comunicación se fue informando minuto a minuto sobre los últimos avances informativos. La televisión, la radio, los periódicos e Internet se convirtieron a partir de las siete de la mañana de aquel fatídico día en la única herramienta posible para que la población se mantuviese informada acerca de lo que realmente ocurría en las estaciones de tren madrileñas.

        Por tanto, la labor de los periodistas en las distintas redacciones fue clave. El tratamiento informativo fue unánime desde el principio, sin embargo, conforme avanzaban las horas, empezaban a surgir las diferentes hipótesis desde diferentes medios. Los propios periodistas así lo reconocen hoy en día. Es el caso del colaborador de la Cadena COPE y del diario El Mundo, por aquellos momentos, Juan Luis Galiacho; y de la directora de La República y antigua subdirectora del periódico Estrella de Papel, en aquel 11 de marzo, Carolina Cortines.

            El día 11 de marzo la trágica noticia conmovió a todo el mundo pero, más si cabe, al mundo periodístico que desde un primer momento trató de cumplir con total rigor su cometido de informar a la población. Tanto Galiacho como Cortines se “despertaron sobrecogidos” por la terrible noticia de los atentados y coinciden en destacar “el tremendo silencio” que por entonces inundaba las calles de la capital. “Me fui a pie de calle para comprobar lo que sucedía e inmediatamente me dirigí hacia una manifestación en la Puerta del Sol de Madrid donde cientos de personas ya se agolpaban para condenar tales hechos”, asegura Juan Luis Galiacho, que afirma que “junto con el 11-S,  este fue uno de los días más sobrecogedores que había vivido en la profesión”.

         La comparecencia de Arnaldo Otegui ante las televisiones del País Vasco, declarando que no tenía ninguna constancia de que ETA fuese la autora de tal masacre “marcó un antes y un después en la investigación”, asegura Galiacho. A partir de ese momento se comienzan a barajar otras hipótesis y desde los diferentes medios se siguen distintos caminos, aunque siempre con el mismo cometido, el de informar.

         Para Galiacho las palabras de Otegui “no ofrecían ninguna duda”, ETA no tenía nada que ver con aquel atentado, “había que ir más allá”. Sin embargo, desde la redacción de Estrella de Papel “aún no se terminaba de descartar la posible involucración de  la banda terrorista”, asegura Cortines.

          El descubrimiento de una cinta con versos grabados en Corán en una furgoneta, horas más tarde, abrió una nueva hipótesis: la del terrorismo islamista, del que jamás se había tenido constancia de actividades ilícitas en el territorio español. Es a partir de este momento en el que se comienza a atribuir al gobierno del Partido Popular una “posible manipulación” de información para tratar de evitar su caída del gobierno en las inminentes elecciones del 14 de marzo. La izquierda y la derecha vuelven a enfrentarse de nuevo y España queda nuevamente dividida, mientras que cientos de víctimas todavía esperaban ser atendidas.

           Tanto José Luis Galiacho como Carolina Cortines no dudan en señalar que a ellos en “ningún momento se les limitó su capacidad para informar”, y se les dejó vía libre. Galiacho poseía fuentes de información “muy fiables”, como él mismo reconoce, “cercanas al Ayuntamiento de Madrid”, mientras que el equipo de Cortines recibía información de las “investigaciones que estaba llevando a cabo el CSI”.

          Todavía hoy se sigue pensando que no está todo aclarado y parece que, para muchos, ha quedado patente la bipolaridad que sigue existiendo en diferentes medios de comunicación. Según argumenta Galiacho, en aquellos instantes el periodismo “no fue objetivo sino que existió un periodismo partidista” en el que no se investigaba para llegar a una conclusión: “Un ejemplo evidente puede ser la cobertura que se dio desde el grupo PRISA y en concreto desde la Cadena SER, donde se intentaron utilizar los atentados para derrotar al gobierno de José María Aznar, base y clave para el triunfo de Zapatero en las elecciones”.

           Por su parte, Cortines considera que “no todo está resuelto” y es difícil que se llegue a conocer toda la verdad. “Es posible que los dos grandes  periódicos de España, El País y El Mundo, tuviesen obsesión por haber defendido algunas posiciones ideológicas con anterioridad y querer demostrar que tenían razón. Posiblemente las dos posiciones sean defendibles” dice la directora de la República.

         Pero sin duda alguna, la gran pregunta que sigue en el aire es la de explicar el porqué este asunto sigue siendo un tema ampliamente cuestionado en la actualidad. Según algunas corrientes es muy posible que no lo hagan por las víctimas sino por intereses políticos y, en muchas ocasiones, porque “los periódicos buscan a los lectores que saben, de antemano, que les van a leer”, afirma Galiacho.

         Carolina Cortines  y considera que “algunos partidos políticos mantienen el interés en que se sepa toda la verdad, ya que debido a ello perdieron las elecciones y eso es difícil de olvidar. Todo ello se filtra hacia algunos medios con intereses comunes y por ello sigue el tema encima de la mesa aunque, lo cierto es que no tiene una base sólida ya que ya hubo una sentencia firme”.

         Entre lo que periodistas de uno y otro bando coinciden es que si tales hechos volviesen a producirse en la actualidad el caos informativo sería probablemente “mucho mayor”, pues muchos creen que con la actual crisis económica, los medios son ahora “mucho más dependientes de los intereses económicos y políticos”.

        Juan Luis Galiacho, por su parte, cree que existe un antes y un después en el 11-M,  sobre todo en “materia de seguridad”. De acuerdo a lo que ha escrito en un artículo, los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado han  incluido dentro de sus protocolos una acción preventiva contra posibles células terroristas extranjeras en previsión de un ataque. “Esta semana, ante el revuelo causado por Gadafi en Libia, ha habido redadas en Lavapiés y en todos los posibles focos de células terroristas en prevención de un ataque. Eso no se hizo antes del 11-M, porque no había un precedente”.

        También destaca el avance en los medios ya que han evolucionado muchísimo desde 2004 hasta hoy. “Ahora mismo las conversaciones telefónicas tan famosas, por ejemplo, estarían todas grabadas por Sitel, sin embargo, en aquel momento fueron utilizadas tarjetas de prepago”. Lo que quiere dejar claro es que “el periodismo de investigación parte de los hechos y no de las suposiciones. Lo que se está haciendo ahora es estirar el chicle, pero no hay una base sólida para ello”.

  El problema, según Galiacho, es que sectores de la derecha que aún promueven la ‘Teoría de la conspiración’ y demás, es porque se deben a un público que lo demanda. “No sólo son culpables los medios de comunicación sino que la sociedad no ha sabido unirse ante el terrorismo y repudiar toda muestra de disensión”.

Y es que, en este tema, también coinciden ambos periodistas. “Ya hay una sentencia firme por parte de la justicia española”, aunque según argumenta Galiacho, “si es verdad que hubo pruebas que se destruyeron y se hicieron cosas mal, pero debemos confiar en la resolución”.


"Posiblemente la prensa de izquierdas se aprovechó del suceso para promocionar el ascenso de Zapatero al Gobierno, pero es que lo sectores de derechas hubieran hecho lo mismo en una situación semejante, este es el periodismo de hoy en día", asegura Galiacho.

A pesar de la conmoción vivida por el país tras aquel fatídico 11 de marzo de 2004, los medios de comunicación no han sabido sacar un aprendizaje del acontecimiento que le sirva para hacer democracia y no para desvirtuarla, radicalizando las posturas mediante flagrantes manipulaciones de la sociedad. Los intereses partidistas deberían mantenerse al margen del oficio de informar. El sentimiento de odio entre las “dos Españas” se incrementó tras aquel incidente que debió tener un efecto contrario, de unión ante el terrorismo. Pero España todavía tiene abiertas heridas de un pasado  aún más lejano. Debe ser que “el tiempo no todo lo cura”.

Cronología del suceso que cambió la historia de España.

Antonio Moraleja
Adrián Sánchez-Rojo Romero
Raúl Muñoz Cerdeño
Pablo Recuenco Pizarro

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